SIN SABER DE LETRAS
De niño, siempre estaba en diferentes labores, (debo señalar propias de la edad), “en busca del moro perdido”. Una de ellas, entre otras, fue la de limpiabotas; lo tengo tan presente que recuerdo con precisión matemática la inversión para el inicio, dos pesos con veinticinco centavos.
Busqué un empaque de caja de arenque en el colmado más cercano, mi hermano fabricó la limpiabotas, pedí unos cuantos trapos a mimadre y compré con mis ahorros en el supermercado del chino Lee los enseres necesarios para empezar la producción.
Al principio tenía que resolver el tema con relación a la ubicación del puesto para colocarme los fines de semana en los puntos que ya eran del conocimiento de toda la comunidad para poder sacar el mejor provecho de fin de semana a la labor, ya que en los días laborales no podía hacerlo porque tenía que estudiar. Después de cada uno de mis cálculos de ganancia y antes de dar el reporte financiero a mi mamá, la rendición de cuentas iniciaba con la frase “aparte de…”, que era una forma de hacer constar que además de lo obtenido, había hecho inversiones adicionales con el dinero ganado.
Mi hermano mayor, que es un especialista manteniendo vivas frases y momentos de nuestra infancia, todavía utiliza esa expresión.
Echo de menos los tiempos de inocencia y desprendimiento donde todos los esfuerzos eran destinados al bienestar del núcleo familiar.