SIN SABER DE LETRAS


APODOS PERFECTOS

Domingo, 01 Junio 2014 16:48 Visto 4473 veces

En días pasados, mientras visitaba mi barrio de infancia, me topé con la infame e inoportuna noticia de la muerte de un conocido. Como es costumbre, pasé por la casa de los duelos a dar el pésame. Para mi sorpresa, después de saludar a varios hermanos y hermanas del finado, me di cuenta que no conocía el verdadero nombre de ninguno.

La abundancia de apodos me llevó a hacer un reconocimiento de ellos y, a medida que iba saludando a unos y otros, más extraño eran sus motes: Purito, el hermano mayor; Ñeca, la tía; Garruño, el colmadero; Cocote que, a pesar de su edad, siempre anda descalzo; Lango, de dudosa reputación sexual; Flamenco, porque más delgado no podía ser en su infancia; Último que, supuestamente cerraría la prole, pero que la prolongó en tres hermanos más, Pepo, Siso y el Mono. Pinea, la sentimental, salió de la habitación y le hizo honor a su característica.

Finalmente, saludé a la viuda Migue y cerré el conteo de apodos perfectos con el del difunto Chivolo. ¡Que en paz descanse!

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