En mis años de formación profesional tuve muchas personas que marcaron esa etapa de mi vida, ya sea por su forma de educar o por su forma de ser. Una de esas personas fue un profesor que en este escrito llamaré Doctor You Know, quien a fuerza de duros golpes nos enseñó que llegar tarde era una de las más grandes ofensas que se le puede hacer a un docente. También nos acostumbró a que él era el último en entrar al aula.
Cabe decir que, en ese momento, yo estaba estudiando en un lugar que era una especie de internado. Las aulas estaban bastante cerca de los dormitorios y no podía salir del recinto estudiantil a mi antojo. Por esa razón era considerada la tardanza como un pecado de mal gusto.

Una mañana, luego de que el maestro cerrara la puerta del aula, se escuchó con mucha decisión a uno de los estudiantes que se aproximaba corriendo al curso gritar desde fuera: “despejen el área que voy a saltar”. Dicho eso, saltó con gran impulso por una ventana sin colocar sus manos en ninguna parte. Todos quedamos en shock con aquel acontecimiento, incluyendo al maestro que sólo atinó a decir: – ¿Y después de esta entrada tan espectacular cómo te saco? You know? Y cada oración pronunciada por el profesor terminaba con la pregunta You Know?

Dos cosas no volvieron a ocurrir después de la gran entrada, el compañero jamás llegó tarde; pero el maestro nunca volvió a ser llamado por su nombre por los estudiantes. Después de esa mañana fue conocido oficialmente como el Doctor You Know.