SIN SABER DE LETRAS
Casi puedo recordar con precisión la fecha. Era prima noche inusualmente calurosa de otoño. El bullicio del lugar era ensordecedor y la impresión de ser la primera vez me hacía sentir tímido. Contrario a lo que podrían pensar, una mujer de larga cabellera rubia, sentada más adelante de donde me encontraba, llamó toda mi atención. Me sentía incómodo, pues no quería que mi acompañante se diera cuenta. A diferencia de mí, el estado de ánimo de esa persona era digno del lugar. Se comportaba como si nada le importara, al punto de provocar a que la joven que estaba delante se nos acercara y decidiera desafiarle.
Me parece que todavía estoy ahí. Fueron los minutos más largos de mi vida, porque, el acompañante de ella también se paró y se acercaron de manera intimidante. La mujer se aproximó peligrosamente y dijo con fuerte voz —Voy a hit. Mi amigo, que no era nada fácil, le dijo, — mire aguilita, voy a ponche. Apuesto con todos, vociferó. Finalmente, no sé qué pasó con la apuesta; lo que sí sé es que pasamos una noche muy agradable compartiendo con diferentes fanáticos, sin importar la preferencia.
La victoria de mi equipo, el calor humano que se vive en el Quisqueya; los palcos de preferencia donde nos sentamos; la rivalidad entre los equipos Licey y Águilas y el recuerdo de una noche inolvidable de primera vez, aún llenan mis recuerdos con mucha emoción, y a la vez, me permite compartir con ustedes mi primera experiencia en un estadio de beisbol. “