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En la Era de Trujillo, la Universidad de Santo Domingo estuvo totalmente sometida a la voluntad del sátrapa. El hecho de que los dominicanos presumiéramos tanto de poseer la más antigua Universidad del Nuevo Mundo no fue óbice para que la misma fuera deshonrada por el tirano. Las actuaciones públicas de sus rectores y demás autoridades, salvo honrosas excepciones, fueron de sumisión total a la dictadura, y en muchísimas ocasiones de elogio al sátrapa. Los rectores, decanos de Facultades y los catedráticos de la Vieja Casa de Altos Estudios eran nombrados por el Poder Ejecutivo (entiéndase por Trujillo). Tenían que estar afiliados al Partido Dominicano y demostrar en cada oportunidad que se le presentara su adhesión activa al régimen de Trujillo. Eran profesionales y hombres de letras destacados, y, si se quiere, la crema y nata de la intelectualidad dominicana de entonces. Pero, debido a la mordaza que el régimen les imponía, se encontraban impedidos de abordar en sus cátedras temas que pudieran despertar rebeldías e inquietudes entre el estudiantado. Al respeto, el profesor español Jesús de Galíndez, transcribe en su obra “La Era de Trujillo” una de sus experiencias vividas como profesor de las asignaturas Derecho Comparado y Elementos de Ciencias Jurídicas de la Escuela Diplomática con estas palabras: “Ofrecía un resumen comparado de las instituciones jurídicas fundamentales en los distintos sistemas nacionales; y en una de mis conferencias debía cubrir los sistemas políticos totalitarios de Alemania, Italia y Rusia, frente a las distintas variantes de la Democracia Occidental. Cierto día, al terminar esta conferencia se me acercaron con gran misterio y curiosidad tres alumnos para preguntarme cuál era mi opinión sincera sobre el sistema político de la República Dominicana. Hacía tiempo que me habían avisado sobre la posible labor de espionaje que uno de esos tres alumnos realizaba para el gobierno, y en todo caso hubiese sido una locura de mi parte sincerizarme abiertamente con ellos, así que tuve que esquivar la pregunta respondiendo que el sistema constitucional dominicano estaba inspirado en la Constitución de los Estados Unidos”. Pero, no conforme con la respuesta dada, uno de ellos me dijo “Bueno profesor eso es en el papel, pero, ¿qué opina usted de lo que sucede en la realidad? El profesor Jesús de Galíndez se vio obligado a guardar silencio. Era que en esos tiempos, la Universidad no era más que una maquinaria al servicio de una de las dictaduras presidencialistas más crueles de Latinoamérica. A pesar de que Trujillo no tenía formación intelectual alguna y que no existieran indicios de que el mismo hubiese completado sus estudios primarios, para referirse al él se requería varias líneas de escritura: Su Excelencia el Generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, Honorable Presidente de la República, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva. Dos hechos ponen de manifiesto la sumisión y adulación de la Universidad Primada para con el tirano: En 1934, el Claustro de la Universidad le concedió a Trujillo el Doctorado Honor y Causa; y, en 1940, lo designó catedrático titular de Economía; afortunadamente, a Trujillo jamás se le ocurrió dictar cátedras. Por razones de espacio no vamos a entrar en detalles sobre la educación primaria y media, de esos tiempos, las que, también estaban adaptadas a los caprichos y deseos de tirano.
Durante el régimen del general Horacio Vásquez (1924-1930), los dominicanos disfrutaron de un régimen de derecho sin que el orden público fuera afectado. Aunque no se registraron grandes avances en materia de educación media y superior, al menos ese gobierno permitía que la Universidad, las escuelas y los institutos técnicos operaran sin intervenciones de su parte. El golpe de Estado contra Horacio Vásquez encabezado por Trujillo, en febrero de 1930, impuso en nuevo orden, arrebatándole al pueblo dominicano las libertades de que disfrutaba.
Fuente hoy.com.do
Como ocurriera en otras ocasiones en el transcurso de la historia de la Pontificia y Real Universidad de Santo Domingo, el 28 de julio de 1924, al final del mandato del Gobierno Provisional de Juan Bautista Vicini, el Consejo Nacional de Educación de entonces tomó la decisión de sustituir en la rectoría de la Universidad Primada al doctor Ramón Báez, designando en su lugar al doctor Octavio Báez Pozo. Ese hecho desató una protesta de parte de un grupo de catedráticos de la Universidad Primada encabezados por Jacinto Peynado, Salvador B. Gautier, Fernando Defilló, entre otros, quienes acusaron a los miembros del Consejo Nacional de Educación de entonces de “incurrir en un hecho violento, irregular y reprochable”. Entre los argumentos presentados por los catedráticos que objetaban la designación del rector Pozo se encontraba la inconstitucionalidad de la resolución tomada por el Consejo, en razón de que, según ellos, sólo el Poder Ejecutivo tenía potestad para tomar una decisión de esa naturaleza. Esta Litis originó la suspensión de la docencia por varios meses. El conflicto duró alrededor de dos años. Terminó con una sentencia de un tribunal de justicia que dictaminó reponer en la rectoría de la Universidad al doctor Ramón Báez, quien tomó posesión de su cargo el 6 de diciembre de 1926. Era que antes del inicio de la llamada “era de Trujillo” los catedráticos de la Universidad Primada disfrutaban, entre otros derechos, el de asociación y el de protesta.
Durante el gobierno del general Horacio Vásquez (1924-1930), en la Universidad estatal se tomaron medidas administrativas y docentes de cierta importancia para el ordenamiento de esa Alta Casa de Estudios, y para el mejoramiento del ejercicio de ciertas y determinadas profesiones, a saber: Se promulgó la ley 546 mediante la cual se le prohibió a la Secretaria de Estado de Sanidad otorgar nuevas autorizaciones para el ejercicio de profesiones como la medicina, farmacia y cirugía dental, determinándose que sólo aquellas personas tituladas en la universidad tenían derecho al ejercicio de esas carreras. También, durante ese mismo periodo de gobierno, los exámenes de revalidación se tornaron más rigorosos y se fortalecieron los pensum de esas carreras introduciéndoles más y nuevas asignaturas. Durante el gobierno del general Horacio Vásquez los estudiantes libres merecieron un tratamiento especial mediante la ley 63 que disponía que “los estudiantes libres podían inscribirse en la Universidad en cualquier época del año y presentarse a examen en cualquier mes” Pero, “no podrán examinarse más de dos veces cada año y con intervalo de seis meses entre uno y otro examen”.
El primero de abril de 1928, fue fundada la organización estudiantil Asociación Nacional de Estudiantes (ANEU). Entre los objetivos principales de dicha entidad se contaba la realización de una reforma universitaria a tono con el Movimiento Universitario de Córdoba. Y la solidaridad con el pueblo haitiano ocupado entonces por tropas militares de la Armada de los Estados Unidos. En marzo de 1930, una Comisión de dicho gremio estudiantil se trasladó a la ciudad de Puerto Príncipe a entregarle un documento a una comisión integrada por representantes estadounidenses demandando la salida de las tropas norteamericanas del vecino país. Otras de las actividades de la ANEU envolvía la celebración de conferencias periódicas sobre temas de interés políticos y cultural a cargo de renombrados intelectuales nacionales y extranjeros, Pero, el golpe militar que derrocó al gobierno de Horacio Vásquez afectó la unidad y entusiasmo que en principio exhibieron los militantes de la ANEU lo que unido a la represión trujillista determinó la extinción de dicha agrupación estudiantil.
Fuente: hoy.com.do
Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérseles, y ya no tiene modos de vida; mientras que un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no se le pierde, y su existencia es fácil y segura”
La Dirección General de Cultura de la Universidad recordó los nueve años del fallecimiento del investigador y folclorista José Castillo con el depósito de una ofrenda floral en la tarja dedicada en su honor.
la Escuela de Historia y Antropología de la Primada de América presentó una nueva obra con el título: “Las identidades de la población de origen jamaiquino en el Caribe costarricense”, una profunda, reflexiva y condensada investigación sobre la situación migratoria de Limón (una provincia caribeña de Costa Rica).
La base de sustentación del programa toma en cuenta aspectos de vital relevancia, como son: los cambios constantes de la sociedad dominicana, la tendencia de los mercados de capitales locales e internacionales, la población estudiantil, el personal docente, el egresado y el programa de las asignaturas.
Estos planteamientos son fundamentales en la política de relanzamiento institucional, que está ejecutando la Universidad el cual pone énfasis a la reorientación del plan estratégico, la redefinición de la normativa institucional y del diseño del plan de mejora de los procesos organizacionales; estrategias de mejora de la calidad de la enseñanza de los servicios, plan operativo plurianual, y el plan Decenal.