SIN SABER DE LETRAS
A propósito de la reciente incorporación al Salón de la Fama de la Ciudad de Boston del ex lanzador de Grandes Ligas, Pedro Martínez, me permito compartir una experiencia personal que me ocurrió con él. La madrugada que murió mi madre, decidí tomar mi teléfono y llamar a los familiares y personas más cercanas.
A las cinco y treinta, marqué el que creía era el teléfono de mi primo Pedro Muñoz; tremenda sorpresa, cuando del otro lado me contestó Pedro Martínez. Yo tenía su número porque él había visitado la UASD y se acordó usar su imagen para promocionar la universidad.
Cuando me di cuenta del error, le pedí disculpas de mil maneras por molestarlo a esa hora, a lo que el astro nativo de Manogüayabo contestó: “siento mucho saber de su pérdida. No me molesta porque a esta hora me levanto desde hace más de veinte años, tire pa’lante”.
Su estampa de caballero quedó aún más impregnada en mí, cuando alrededor de las cuatro de la tarde de ese mismo día, tuvo la gentileza de volver a llamar para ver como iba todo. ¡Qué grande es nuestro Pedro Martínez