Los índices de violencia e inseguridad en la República Dominicana se disparan de manera exorbitante, lo que genera incertidumbre y mucho pánico en la población, que se siente desprotegida ante la horda salvaje de este fenómeno que afecta a las personas, sin importar su sexo, color o clase social.
La mayoría de los estudios al respecto se concentran en medir los niveles de homicidios por cada cien mil habitantes y otras causas indeterminadas de la criminalidad, que muchas veces no dejan ver la realidad del fenómeno de la violencia.
Esas causas indeterminadas componen lo que llaman las “cifras ocultas de la delincuencia”, que son los hechos delictivos que acontecen en una sociedad y que no son registrados por las estadísticas oficiales.
Ante este panorama sombrío y de gran preocupación para la toda la sociedad, es oportuno verificar las alternativas que se pueden ofrecer desde la academia para contrarrestar el acelerado avance de la violencia.
Norys de la Cruz, directora de la Escuela de Psicología, el director de la Escuela de Sociología, Jesús Díaz y la Psicóloga Social Fior Alcántara Montero, expresan sus posiciones y las propuestas que podrían articularse desde la academia para enfrentar el problema.
Para la maestra Norys de la Cruz, los altos niveles de violencia que se registran en el país provocan que la gente viva en un estado de pánico y de “neuroticismo” permanente.
Considera que el problema ha escalado a tales magnitudes que amerita que desde el gobierno se impulse un gran diálogo para analizar la grave situación que representa la violencia y buscar soluciones urgentes desde la academia, con el concurso de todos.
“Esta situación amerita que el Presidente se siente con todos los rectores y demás actores del sistema educativo para buscar alternativas ante el avance del fenómeno de la violencia”, dijo durante una entrevista para El Universitario.
Señala que la sociedad se encuentra en estado de emergencia por el tema de la violencia, por lo que se requiere la construcción de una alianza estratégica del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) con todas las Escuelas de Psicología para abordar científicamente ese problema social.
“El sistema educativo básico no tiene Psicología Social dentro de su estructura. Hacen falta profesionales de esa área”, apunta.
Jesús Díaz, dir. de la Escuela de Sociología. | Norys de la Cruz, Escuela de Psicología. | Fior Alcántara Montero, psicóloga social. |
La violencia vista desde el ámbito de la Psicología Social
Fior Alcántara Montero, psicóloga social y profesora de la UASD, considera que el fenómeno de la violencia se produce en todas las esferas y en todos los contextos, lo que pinta un panorama altamente crítico para los ciudadanos, que tienen temor de salir a las calles para evitar ser afectados por ese fenómeno.
Para la especialista, en nuestro sistema cultural la violencia está patentizada y es implícitamente aceptada, ya que esas conductas son normatizadas por las prácticas violentas.
“Cuando en el hogar el niño ve que el papá le da golpes a su madre y luego los ve dándose cariño, entonces el niño interpreta que eso es algo normal”, explica.
La violencia se produce en diferentes ámbitos. Se observa en el ambiente educativo, en el hogar y en las diferentes esferas de la sociedad.
Ese cuadro gris amerita urgentes acciones por parte del Estado con la participación de toda la sociedad, para que ese fenómeno sea analizado y enfrentado desde la raíz.
La profesional de la Psicología, al referirse a la violencia de género, expresa que esta afecta a las mujeres en todos los niveles sociales, por lo que estima que una modificación de la Ley 24-97, que sanciona la violencia contra la mujer, doméstica e intrafamiliar y la habilitación de más fiscalías barriales, podría ayudar a combatir efectivamente el problema.
La educación familiar es determinante para combatir el problema desde la raíz, por lo que propone un protocolo de atención para la familia y que las universidades se enfoquen en formar profesionales con alta sensibilidad social.
“Hay que construir espacios de articulación nacional para enfrentar el problema, las mujeres, para que puedan ser independientes en términos económicos”, subraya.
Observa en la sociedad una progresiva pérdida de sensibilidad social, lo que se constituye en un obstáculo para el combate efectivo del problema. Entiende que debe suscribirse un pacto nacional por la no violencia.
Posición del director de la Escuela de Sociología
Jesús Díaz, director de la Escuela de Sociología, entiende que los tiempos de hoy no es que sean más violentos, sino que en la sociedad de hoy existen mucho más mecanismos para la difusión de esos hechos, porque hay más comunicación. “Eso no quiere decir que antes no ocurrían esos hechos de naturaleza violenta”.
Lo que sí es una realidad incontrastable para el sociólogo es que se han disparado las tasas de victimización en el país, ya que sus estudios exploratorios así lo confirman.
Entre las variables que componen la victimización están los asaltos con sus diferentes tipicidades, robo de viviendas, estafas, robo de motores y pasolas y agresión en riñas.
Lo más grave es que muchos de esos hechos de violencia pasan a formar parte de los sub-registros de la criminalidad, ya que la inmensa mayoría de la ciudadanía afectada no lo denuncia.
Díaz entiende que la falta de credibilidad en las instituciones desmotiva a las personas a denunciar sus casos cuando son víctimas de la delincuencia, y muchas veces hasta toman la justicia en sus propias manos, linchando delincuentes, lo que dijo, es una crítica sin palabras a la ineficiencia del Estado.
“El Estado es el principal responsable de controlar la violencia. Debe legislar para garantizar los derechos a la ciudadanía, y en ese sentido no ha cumplido con su rol”, expone.
La frustración social es otro elemento que, a juicio de Díaz, genera violencia, ya que la sociedad vende modelos y patrones sociales que muy pocos ciudadanos pueden equiparar, producto de la falta de oportunidades, la desigualdad y la inequidad social.
Algunos estudios sociológicos han determinado que la imposibilidad de muchas personas para conseguir insertarse en estilos de vida que les impone como referente la misma sociedad, los lleva sumergirse en el mundo de la ilegalidad.
Dice el maestro Díaz que los menos recurren a sus talentos para alcanzar esas metas, otros a los juegos de azar, convirtiéndose en ludópatas, y otros a la violencia.
“La sociedad está desmovilizada socialmente, los niveles de solidaridad de la gente se han reducido drásticamente, a lo que se suma que los políticos han castrado toda posibilidad de movilidad social de la gente, al ver los partidos como feudos personales o herencias familiares”, apunta.
Aunque no lo ve como la solución al problema, Díaz entiende oportuna la decisión de incrementar la vigilancia en las calles del país para tratar de contener el avance de la violencia y la criminalidad.
“Muchos jóvenes se gradúan y no consiguen trabajo. Esas cosas hay que cambiarla. A los jóvenes hay que ofrecerles oportunidades”,
Entiende que debe trabajarse en la reducción de los altos niveles de desigualdad social y en la generación de empleos de calidad, para que la gente progrese.
Al profesional dominicano hay que subirle la moral, para que los jóvenes vean la educación como el vehículo idóneo de movilidad social y de progreso.
Millones de personas pierden la vida violentamente cada año en el mundo. De acuerdo a las estadísticas emitidas por la Organización Mundial de la Salud, OMS, la violencia es una de las principales causas de muertes en la población con edad comprendida entre los 15 y los 44 años y la responsable del 14% de las defunciones de la población masculina y del 7% de la femenina.
Por cada persona que muere de manera violenta, muchas más resultan heridas y sufren diversos problemas físicos, sexuales, y mentales, a lo que se suma la gran carga económica que esto representa para los estados.