Proponen Alternativas para Frenar la Violencia

Martes, 19 Julio 2016 18:37 Visto 7957 veces
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Expertos consideran se debe incentivar unidad familiar para reducir desigualdad e inequidad

Especialistas de diferentes áreas del conocimiento propo­nen alternativas para enfren­tar con éxito desde la acade­mia este fenómeno que aco­gota a toda la sociedad do­minicana y que siembra el pá­nico generalizado por su ver­tiginoso avance.

Por Wellington Melo

Los índices de violencia e inseguridad en la República Dominicana se disparan de manera exorbitante, lo que genera in­certidumbre y mucho pánico en la po­blación, que se siente desprotegida an­te la horda salvaje de este fenómeno que afecta a las personas, sin importar su se­xo, color o clase social.

La mayoría de los estudios al respec­to se concentran en medir los niveles de homicidios por cada cien mil habitantes y otras causas indeterminadas de la crimi­nalidad, que muchas veces no dejan ver la realidad del fenómeno de la violencia.

Esas causas indeterminadas compo­nen lo que llaman las “cifras ocultas de la delincuencia”, que son los hechos de­lictivos que acontecen en una sociedad y que no son registrados por las estadísti­cas oficiales.

Ante este panorama sombrío y de gran preocupación para la toda la sociedad, es oportuno verificar las alternativas que se pueden ofrecer desde la academia pa­ra contrarrestar el acelerado avance de la violencia.

Norys de la Cruz, directora de la Escue­la de Psicología, el director de la Escuela de Sociología, Jesús Díaz y la Psicóloga Social Fior Alcántara Montero, expresan sus po­siciones y las propuestas que podrían arti­cularse desde la academia para enfrentar el problema.

Para la maestra Norys de la Cruz, los al­tos niveles de violencia que se registran en el país provocan que la gente viva en un estado de pánico y de “neuroticismo” permanente.

Considera que el problema ha escalado a tales magnitudes que amerita que desde el gobierno se impulse un gran diálogo pa­ra analizar la grave situación que represen­ta la violencia y buscar soluciones urgentes desde la academia, con el concurso de todos.

“Esta situación amerita que el Presidente se siente con todos los rectores y demás ac­tores del sistema educativo para buscar al­ternativas ante el avance del fenómeno de la violencia”, dijo durante una entrevista para El Universitario.

Señala que la sociedad se encuentra en estado de emergencia por el tema de la vio­lencia, por lo que se requiere la construc­ción de una alianza estratégica del Ministe­rio de Educación Superior, Ciencia y Tec­nología (MESCyT) con todas las Escuelas de Psicología para abordar científicamente ese problema social.

“El sistema educativo básico no tiene Psi­cología Social dentro de su estructura. Ha­cen falta profesionales de esa área”, apunta.

JESUS DIAZ NORYS DE LA CRUZ FLOR ALCANTARA
Jesús Díaz, dir. de la Escuela de Sociología. Norys de la Cruz, Escuela de Psicología. Fior Alcántara Montero, psicóloga social.

 

La violencia vista desde el ámbito de la Psicología Social

Fior Alcántara Montero, psicóloga so­cial y profesora de la UASD, considera que el fenómeno de la violencia se produce en todas las esferas y en todos los contextos, lo que pinta un panorama altamente críti­co para los ciudadanos, que tienen temor de salir a las calles para evitar ser afectados por ese fenómeno.

Para la especialista, en nuestro sistema cul­tural la violencia está patentizada y es implí­citamente aceptada, ya que esas conductas son normatizadas por las prácticas violentas.

“Cuando en el hogar el niño ve que el papá le da golpes a su madre y luego los ve dándose cariño, entonces el niño interpre­ta que eso es algo normal”, explica.

La violencia se produce en diferentes ámbitos. Se observa en el ambiente educa­tivo, en el hogar y en las diferentes esferas de la sociedad.

Ese cuadro gris amerita urgentes accio­nes por parte del Estado con la participación de toda la sociedad, para que ese fenóme­no sea analizado y enfrentado desde la raíz.

La profesional de la Psicología, al referir­se a la violencia de género, expresa que esta afecta a las mujeres en todos los niveles so­ciales, por lo que estima que una modifica­ción de la Ley 24-97, que sanciona la vio­lencia contra la mujer, doméstica e intrafa­miliar y la habilitación de más fiscalías ba­rriales, podría ayudar a combatir efectiva­mente el problema.

La educación familiar es determinan­te para combatir el problema desde la raíz, por lo que propone un protocolo de aten­ción para la familia y que las universidades se enfoquen en formar profesionales con al­ta sensibilidad social.

“Hay que construir espacios de articu­lación nacional para enfrentar el problema, las mujeres, para que puedan ser indepen­dientes en términos económicos”, subraya.

Observa en la sociedad una progresiva pér­dida de sensibilidad social, lo que se consti­tuye en un obstáculo para el combate efecti­vo del problema. Entiende que debe suscri­birse un pacto nacional por la no violencia.

Posición del director de la Escuela de Sociología

Jesús Díaz, director de la Escuela de So­ciología, entiende que los tiempos de hoy no es que sean más violentos, sino que en la sociedad de hoy existen mucho más meca­nismos para la difusión de esos hechos, por­que hay más comunicación. “Eso no quie­re decir que antes no ocurrían esos hechos de naturaleza violenta”.

Lo que sí es una realidad incontrastable para el sociólogo es que se han disparado las tasas de victimización en el país, ya que sus estudios exploratorios así lo confirman.

Entre las variables que componen la vic­timización están los asaltos con sus diferen­tes tipicidades, robo de viviendas, estafas, ro­bo de motores y pasolas y agresión en riñas.

Lo más grave es que muchos de esos he­chos de violencia pasan a formar parte de los sub-registros de la criminalidad, ya que la inmensa mayoría de la ciudadanía afec­tada no lo denuncia.

Díaz entiende que la falta de credibilidad en las instituciones desmotiva a las personas a denunciar sus casos cuando son víctimas de la delincuencia, y muchas veces hasta toman la justicia en sus propias manos, lin­chando delincuentes, lo que dijo, es una crí­tica sin palabras a la ineficiencia del Estado.

“El Estado es el principal responsable de controlar la violencia. Debe legislar para ga­rantizar los derechos a la ciudadanía, y en ese sentido no ha cumplido con su rol”, expone.

La frustración social es otro elemento que, a juicio de Díaz, genera violencia, ya que la sociedad vende modelos y patrones sociales que muy pocos ciu­dadanos pueden equi­parar, produc­to de la falta de oportunidades, la desigualdad y la inequidad social.

Algunos estudios sociológicos han de­terminado que la imposibilidad de muchas personas para conseguir insertarse en esti­los de vida que les impone como referente la misma sociedad, los lleva sumergirse en el mundo de la ilegalidad.

Dice el maestro Díaz que los menos re­curren a sus talentos para alcanzar esas me­tas, otros a los juegos de azar, convirtiéndose en ludópatas, y otros a la violencia.

“La sociedad está desmovilizada social­mente, los niveles de solidaridad de la gen­te se han reducido drásticamente, a lo que se suma que los políticos han castrado toda posibilidad de movilidad social de la gente, al ver los partidos como feudos personales o herencias familiares”, apunta.

Aunque no lo ve como la solución al pro­blema, Díaz entiende oportuna la decisión de incrementar la vigilancia en las calles del país para tratar de contener el avance de la violencia y la criminalidad.

 

 

“Muchos jóvenes se gradúan y no consiguen trabajo. Esas cosas hay que cambiarla. A los jóvenes hay que ofrecerles oportunidades”,

Entiende que debe trabajarse en la reducción de los altos nive­les de desigualdad so­cial y en la gene­ración de empleos de calidad, para que la gente progrese.

Al profesional dominicano hay que su­birle la moral, para que los jóvenes vean la educación como el vehículo idóneo de mo­vilidad social y de progreso.

Millones de personas pierden la vida vio­lentamente cada año en el mundo. De acuer­do a las estadísticas emitidas por la Organi­zación Mundial de la Salud, OMS, la vio­lencia es una de las principales cau­sas de muertes en la población con edad comprendi­da entre los 15 y los 44 años y la responsable del 14% de las de­funciones de la población masculina y del 7% de la femenina.

Por cada persona que muere de ma­nera violenta, muchas más resultan heri­das y sufren diversos problemas físicos, se­xuales, y mentales, a lo que se suma la gran carga económica que esto representa para los estados.

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