EDITORIAL
Grandes y chicos estaban pendientes de la caída de las primeras gotas, que fuese golpeando las hojas de zinc del techo, o simplemente se destilara por las hojas de cana de los bohíos o por las cañerías de desagüe del techo de las casas de concreto. No importaba la hora del día o de la noche, ya que, aún en la madrugada, alguien estaba pendiente y alertaba a los durmientes, que aún en ropas de dormir se aventuraban a recoger el santo líquido de ese primer aguacero de mayo.
A esas aguas se le atribuían propiedades especiales para la salud, ya que con el consumo de unos cuantos tragos de la misma se evitaba el embuche, una especie de malestar estomacal al consumir alimentos, que podía durar meses. Otros se frotaban la cara y cuello con ella, atribuyéndole función de rejuvenecimiento y prevención de la aparición de arrugas. Se recogen muchos otros beneficios de la primera agua de mayo, como que hace crecer los ni ños, mata parásitos, hace crecer el pelo, entre otras.
No llegaron las aguas de mayo, porque desde hace tiempo se están sintiendo las manifestaciones del llamado Cambio Climático, que en este caso se expresa como la ocurrencia de lluvias y su caída en abundancia en tiempos en que no está supuesta a caer, mientras que en los tiempos establecidos para la ocurrencia de aguaceros, no cae nada.
El Cambio Climático se refiere a la variación global del clima de la Tierra. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Son debidos a causas naturales y, en los últimos siglos, también a la acción del hombre por uso de combustibles fósiles que generan gases invernadero.
Esos gases producen el llamado efecto invernadero, que es un fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de la atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite por haber sido calentado por la radiación solar.
El calentamiento global se expresa en los cambios en la temperatura y se recuerda con nostalgia que en países como el nuestro lo natural era que aunque se sintiera un gran calor hasta pasado el mediodía, las horas de la tarde y de la noche trajeran un refrescamiento en la brisa y en todo el ambiente, que hacía obligatorio el uso de algún tipo de manta para resguardarse del frío pasada la medianoche.
Si bien hay factores naturales que contribuyen al cambio climático, son las acciones humanas o antropogénicas, las que están teniendo el mayor impacto, como son el uso irracional de los recursos naturales, el empleo de tecnologías agresoras del ambiente y la existencia de políticas y marcos legales no favorables.
Como Academia, como grupos sociales, como personas, debemos prestar mucha atención a la situación que se presenta con nuestro clima, que forma parte integral de nuestro hábitat y que garantiza la supervivencia humana. Se ha afirmado que en este tema, las acciones locales tienen impacto global, y viceversa, las acciones globales tienen efecto local. Por tanto, desarrollemos acciones, en nuestra vida personal y en nuestro desenvolvimiento social, para que nuestro planeta pueda seguir siendo habitable.