En este caso, una menor de edad ha sido puesta en una situación muy difícil por sus propios padres, que la conminan a desobedecer las normas del Liceo en el que ellos mismos la han matriculado. ¿No sería más pedagógico respetar las normas del centro elegido?
Porque... estemos claros, no es que a esta alumna se le esté discriminando. Al contrario, las autoridades académicas exigen que la menor cumpla las normas que todos los demás estudiantes respetan. Eso es integración. Hacer una excepción con ella obligará a hacerla con cada alumno, sea cual sea la razón de sus exigencias. ¿O sólo está permitido discutir las normas de un centro atendiendo a creencias religiosas? Eso sí sería discriminación por motivos de religión.
Porque no es que el Liceo le prohíba arbitrariamente vestir falda, sino que a ella sus padres en nombre de una religión le prohíben vestir pantalón. ¿Quién está prohibiendo primero?
La libertad de elegir un centro con un ideario determinado es indiscutible. La igualdad de oportunidades empieza por ahí.
Pero si alguien prohíbe a su hija llevar pantalón no debería matricularla en un liceo que prohíbe llevar falda.
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