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En agosto de 1957, el insigne poeta Pablo Neruda asistió a una magna concentración en apoyo a la candidatura a la presidencia de la República del doctor Salvador Allende celebrada en el Teatro Baquedano, de Santiago de Chile. En esa ocasión, ostentando la representación de los escritores y artistas del hermano país suramericano, el renombrado vate expresó: “No queremos seguir siendo escritores de un pueblo que no puede leer. No queremos sentir la vergüenza, la ignominia de un pasado estático y leproso. Queremos más escuelas, más maestros, más periódicos, más libros, más editoriales, más revistas, más cultura”. A pesar de los años transcurridos, discursos como ése todavía provocan sentimientos de impotencia y de rabia en miles de ciudadanos de cualquier país del llamado tercer mundo, habitados por una mayoría de gentes que, al igual que los chilenos de esa época, padece toda suerte de calamidades. Pero, no hay que irse tan lejos, situémonos aquí: cincuenta y cinco años después del derrocamiento de la dictadura trujillista, todavía el pueblo dominicano enfrenta el desafío de alcanzar una democracia que reúna los requisitos que le son propios, y el de alcanzar resultados económicos que les favorezcan. Es que el camino de las grandes trasformaciones es duro y escarpado. La acción del gobierno del presidente Danilo Medina para hacerle frente a males como ésos se apoya en una propuesta neoliberal de aceptación de desigualdades sociales estimadas como inevitables.
La reforma del sistema de instrucción pública del gobierno peledeísta descansa en cuatro pilares: Tanda Extendida; Construcción y Equipamiento de Aulas; Formación y Capacitación de Maestros; Revisión Curricular; y Campaña de Alfabetización de Adultos. Es así que esta administración de gobierno enfrenta el enorme desafío de asegurar el bienestar de los ciudadanos dominicanos en un mundo que vive profundas y aceleradas transformaciones.
Recientemente, el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, proclamó que el país ha alcanzado grandes logros en materia de instrucción pública con la incorporación de casi un millón de estudiantes al Programa de la Tanda Extendida. Expresó que tres mil establecimientos escolares y 22 mil maestros han sido incorporados a dicho programa para cubrir la demanda de las escuelas que operan bajo esa modalidad. Las autoridades del Ministerio de Educación aspiran a que de aquí a unos cuantos años, todos las escuelas públicas del país laboren en horario corrido desde la ocho de la mañana hasta la cinco de la tarde. Y los estudiantes que asistan a ellas desayunen, almuercen y merienden en los locales de las mismas. Que sean favorecidos con entrega gratis de uniformes y materiales escolares. Y con le ejecución de un Programa de Nutrición y Salud que les suministra todo tipo de medicamentos de sanación y prevención de enfermedades, Con más de tres millones de niños y adolescentes temiendo acceso a un sistema de instrucción pública de calidad en las condiciones descriptas, la República Dominicana se vería convertida en todo un paraíso. ¿Qué porcentaje del PIB habría que invertir en un programa de tanda extendida que contemple el ofrecer todas esas facilidades? En realidad no lo sabemos. No somos economista ni especialista en finanzas públicas. Coincidimos con el parecer del ministro Amarante Baret, en el sentido de si se logra afianzar el Programa de la Tanda Extendida “venceríamos la exclusión, la inequidad y las desigualdades sociales” Hasta el momento, ningún país de la América española se ha propuesto obtener tanto. El gobierno socialista de la unidad popular que encabezó el presidente Salvador Allende contrajo el compromiso ante su pueblo de entregarle todos los días a cada estudiante de escuela pública medio litro de leche a modo de combatir la desnutrición; promesa ésta que mantuvo contra viento y marea durante los más de mil días que duró en el cargo. Solo medio litro de leche. Nada de desayuno, almuerzo y merienda.
Fuente: hoy.com.do