Nacida en el distrito municipal de Buena Vista, pequeño poblado de Jarabacoa, provincia La Vega, en el norte de la República Dominicana, patria chica que siempre tiene eco en los escritos que articula, imbuida del sentimiento y encanto por la gente de su pueblo. A los 17 años, Ángela Hernández Núñez alzó vuelo hacia la capital, como otros tantos jóvenes, mujeres y hombres, en busca de conquistar su sueño. Como contraste de la vida, la hoy laureada escritora no es egresada de letras, sino de la carrera de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD, demostrando que la vocación de escritora no se limita por la disciplina inicial de estudios.

La hija de Yrene Núñez y Eloy Hernández es madre de tres hijos (dos hembras y un varón), y abuela de dos nietos, quienes juntos a la literatura forman su complemento perfecto de vida. Confiesa que desde niña fue una lectora voraz, y ese apego a los libros la hace sentirse más lectora que escritora. Manifiesta que se considera un resultado de la apertura que trajo consigo el Movimiento Renovador Universitario de 1966, que le dio la oportunidad, como a miles de muchachas y muchachos dominicanos, de acceder a la universidad, el cual califica como el impacto más importante de su vida.

Asegura que no se ha valorado en su justa dimensión, el impacto de ese movimiento en la apertura de la democratización del conocimiento en este país. Cuenta que su paso por la UASD fue como una revolución en su vida, que provocó una ruptura con los esquemas de esos tiempos.

Le impactó el sentimiento de solidaridad, aprendido en las batallas del mundo Uasdiano, que le permitió conocer y asumir como suyo el sufrimiento de los demás. La destacada exponente de la literatura, Premio Nacional de Literatura 2015, expresa sin reservas y con orgullo lo que para ella fue la UASD, centro de estudios que define como un escenario de resistencia a la dictadura, tanto física como intelectual, ade más de un instrumento que provocó la ruptura con el aislamiento, así como un espacio para la defensa de lo justo.

Confiesa que sintió preocupación al momento de graduarse, ya que fue invadida por la duda de si encontraría otro lugar en donde pudiera expresar todos los sentimientos e ideas de cambio puestos de manifiesto en tantos escenarios de la universidad, en sus diferentes manifestaciones. El compromiso social aprendido le permitió ver la autoridad en la ética y el valor de la integridad humana, sin importar el fin. La poeta no niega que el sectarismo que rodeaba las acciones de los actores de la sociedad de la época y de algunos grupos a lo interno de la UASD le dejó un sabor amargo, el cual asumió como un desafío social.

La escritora valora que en la sociedad dominicana se viven momentos de extrema dificultad, en los que se experimenta una sobrevaloración de lo material en toda su extensión, y de manera especial, una sobredimen sión del poder. Lamenta, sobremanera, la pérdida de la dignidad y de los valores de la mujer, cuando miles de féminas hoy se ven empujadas a ejercer la prostitución por la falta de oportunidad, llegando al punto de perder la autoestima. La laureada escritora dominicana no asume como tal la velocidad de la tecnología, ya que necesariamente su impacto no implica desarrollo para la gente. La mujer de literatura se aferra al compromiso como palabra clave de vida.

Considera que hace falta participación de la gente, y que se crea en su inteligencia. La propia gente no cree en sí misma, por la permanencia de la mentalidad autoritaria en el país. Hernández relata que en sus novelas asume el compromiso de buscar la verdad, ya que escribir lleva consigo ese propósito, y ella lo asume como tal.

A la maestra de la palabra le gustaría que existiera en el país una red de bibliotecas públicas comunitarias, donde los niños, niñas y jóvenes, tuvieran la oportunidad de acceder de manera libre y gratuita a la más amplia y diversa bibliografía para alimentar el conocimiento. Eso se llamaría y sería una verdadero ejercicio de democracia, “no es demagogia, sin libros abiertos y gratuitos no es posible.” A Hernández le preocupan los niveles de violencia que acogotan la República Dominicana, la que es expresión de la falta de equidad en la relaciones de la sociedad.

La afamada escritora dominicana revela de dónde vienen sus principales influencias literarias, al manifestar que los escritores rusos marcaron su inclinación por las novelas y los cuentos. Por otro lado, destaca las lecciones aprendidas del profesor Juan Bosch, así como de otros tantos escritores dominicanos y del mundo. A pesar de los múltiples logros alcanzados, Ángela no está satisfecha totalmente.

Pone de relieve que siempre quiere más, por lo que espera producir una novela que supere las que ha publicado, un cuento de dimensión mayor a los que ha escrito. Revela a El UNIVERSITARIO que trabaja en ambos proyectos para hacer lo que aún no ha hecho.” Al ser cuestionada sobre lo que espera para sus país, respondió de manera enfática “que despierte para que descubra que puede construir con sus propias fuerzas una sociedad feliz, equitativa, armónica y solidaria".

La narradora y mujer de compromiso Ángela Hernández Núñez ha escrito más de quince títulos, entre los que se destacan la novela: Charamicos, en la que expresa la vida y perspectiva de la UASD; “Mudanza de los Sentidos, la poesía “Piedra de Sacrificio”; el libro “Alicornio” y “Secta del Crisantemo”, entree otros. Algunos de sus libros han sido traducidos a más de cinco idiomas y ha sido merecedora de múltiples reconocimientos, en el ámbito nacional, así como internacionalmente.