ACADEMIA
La Guerra de la Restauración, iniciada el 16 de agosto de 1863, puede catalogarse como la más alta expresión del arrojo e imaginación guerrera de los dominicanos para vencer -por primera vez- a uno de los ejércitos más poderosos de esa época, como era el español. De acuerdo con el maestro Santiago Castro Ventura, el general Gaspar Polanco fue el artífice de esa exitosa estrategia que dio altraste con los mandamientos colonialistas en la naciente República Dominicana. Para el respetado historiador, miembro del equipo profesoral de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la inteligencia demostrada por el insigne general Polanco no tiene parangón en el quehacer marcial del país. Recordó que Gaspar Polanco fue el gran ideó- logo de la ofensiva criolla en contra de uno de los ejércitos más temidos de esos tiempos. Destacó que, con un escaso nú- mero de armas, los revolucionarios que luchaban contra la anexión a España salieron victoriosos con base en un extraordinario diseño de ataque que dejó anonadados a los expertos generales que dirigían la ocupación territorial y que contaban con la colaboración de malos quisqueyanos. Al hablar para los lectores de El Universitario, Castro Ventura resaltó su entusiasmo cuando analizaba la forma en que el astuto general Polanco se manejó en los momentos cruciales, para derrotar a los españoles en sus pretensiones colonialistas en Santo Domingo. Sostuvo que al España invadir nuestro país -con el consentimiento de los pro-españoles locales- provocó que el sentimiento anti colonialista se agigantara en el corazón de los revolucionarios y de sectores que se habían empoderado del ideal libertario como nación. El historiador Castro Ventura, quien ha sido reconocido como Profesor del Año de la Universidad en el pasado reciente, apuntó que el intento de hacer desapa.
recer a la República Dominicana provocó que aumentaran las ansias de rechazo total a la sensación de país ocupado, lo que impulsaba la necesidad de combatir esa situación. Indicó que, antes de los acontecimientos del 16 de agosto, en enero y febrero de 1863, Polanco, Gregorio Luperón, Antonio Batista, Lucas De Peña, Belisario Curiel, José Hungría, Pedro Ignacio Espaillat y Eugenio Perdomo, entre otros, habían trabajado para un levantamiento que fracasó debido a un comentario de Cayetano Velásquez bajo los efectos del alcohol. “En lugar de disminuir, el movimiento avanzó, porque los anexionistas caían en mayores desaciertos y se vislumbraba una guerra irreversible”, sostuvo. El catedrático uasdiano expuso que el espíritu de repudio social es lo único que puede explicar có- mo, sin grandes recursos bélicos almacenados, puede haber crecido espontáneamente la organización de los dominicanos para oponerse a un poderoso ejército, como el español. Sin embargo, resaltó que la decisión de almacenar viejos fusiles, machetes y garrotes para empuñarlos con gran indignación patriótica, así como el acopio de materiales desde islas vecinas, trasladados por marinos que burlaban la vigilancia española, jugaron un importante papel. Respondiendo a preguntas de El Universitario, Castro Ventura manifestó que -después de cinco meses de intensa organización, José Cabrera y Benito Monción lideraron la batalla de Capotillo, que marcó el inicio definitivo de lo que sería la más intensa lucha para lograr sacar de suelo dominicano a las tropas imperialistas españolas. El destacado historiador dijo que, en un relato histórico, Monción dictó que durante cinco meses no cesaron de atacar a las guarniciones españolas de Dajabón y Guayubín, con apenas cuarenta o cincuenta hombres. Con ese reducido grupo, los revolucionarios se mantuvieron en ebullición patriótica, catapultando la inevitable guerra que decretaría el final de la anexión. Refirió que “el amanecer del 16 de agosto era un día más en la lucha patriótica, pero diferente, porque marcaría el despegue de un movimiento que tenía seis meses germinando en toda la zona, siendo esa fecha la que crea las condiciones para “El Grito de Capotillo”. “Ese día, un grupo de rebeldes, provenientes de Capotillo Francés, ocupa Capotillo Español e iza la bandera dominicana confeccionada por Huberto Marzán. Un dato que suministró el entrevistado catedrático universitario es el relativo a que en esa ocasión no hubo resistencia colonial, pero que esa decisión tiene un carácter emblemático porque le puso el sello a una lucha que se esperaba, pero que no arrancaba. Continuó diciendo el historiador que, de Capotillo, los revolucionarios persiguieron a los colonialistas, quienes tomaron el rumbo hacia Guayubín pero fueron acertadamente acorralados en el Paso de Macabo, provocando una desbandada en el ejército anexionista. El brigadier español Manuel Buceta, quien estaba al frente de los acorralados militares, huyó de mala manera a Santiago para poder salvar la vida. Las victorias de Capotillo y Guayubín, significaron el desmembramiento de las tropas élites coloniales, al presentar los dominicanos un método de lucha irregular y que prácticamente desconcertaba a los invasores europeos porque “nunca habían visto ese estilo de combate”. Detalló que la estrategia de lucha era denominada “cargas al machete” y que la victoria hizo que la revolución se extendiera como reguero de pólvora por los demás pueblos del Cibao, obligando a los derrotados a concentrar la mayoría de sus fuerzas en Santiago, Puerto Plata, Montecristi y Samaná. Posteriormente, Polanco -quien ya había hecho galas de sus grandes condiciones de militar- fue nombrado con el rango de comandante en jefe de los revolucionarios. En sus condiciones de comandante máximo del movimiento, Gaspar Polanco entró triunfante a Santiago, lo que significó un “sálvese quien pueda” para la soldadesca colonial, a la que sólo le quedó el recurso de encerrarse en la Fortaleza San Luis, constituyéndose en una situación muy difícil. Significó que el ejército espa- ñol era superior a los insurrectos a nivel de instrucción y disciplina, además del armamento muy moderno que poseían. Los dominicanos llegaron -inclusive- a matar al coronel Salvador Arizón, comandante de unos refuerzos provenientes de Cuba para los españoles y que habían desembarcado por Puerto Plata para reforzar a los ubicados en Santiago. El seis de septiembre, 21 días después del Grito de Capotillo, fue muy determinante para la continuación del acoso a las fuerzas interventoras, cuando el genio de Gaspar se puso de manifiesto al ordenar atacar la fortaleza San Luis. En su conversación, el maestro Castro Ventura expuso que -en diferentes ocasiones- los patriotas criollos hicieron intento por desalojar a sus rivales, pero que estos rechazaban peleando tenazmente. Agregó que el general Polanco recibió los informes de que los anexionistas tenían tropas llegadas desde Puerto Plata en las entradas de Santiago, por lo que dispuso el incendio de una de las viviendas de los frentes de la fortaleza para que los refuerzos se confundieran y no continuaran avanzando. Sostuvo que el general revolucionario aprovechó esa coyuntura para evitar que los colonialistas que llegaban se unificaran en el combate y rodearan peligrosamente sus fuerzas.
GENERAL POLANCO: MÁXIMO EXPONENTE “La estrategia de los restauradores dio resultados positivos y los españoles se confundieron, por lo que Polanco dejó un pequeño grupo entreteniendo a los soldados españoles de la fortaleza y se retiró con el grueso de sus combatientes a enfrentar las tropas que arribaban desde la provincia norteña. La pericia guerrera de Polanco abortó la salida de los anexionistas desde el fuerte de San Luis, aunque este nunca mandó a quemar la ciudad, tal como han afirmado reseñas de los aliados extranjeros. El propio general Buceta admitió que nunca se percataron de que había refuerzos para ellos y que la inteligencia militar de Polanco los había engañado, lo que evitó la reunificación de su ejército. La Restauracióm de la República tiene en el general Polanco a su máximo exponente, ya que ese hecho armado constituye el más sobresaliente acto de heroicidad de los dominicanos en busca de su libertad contra un ejército que en esos tiempos era uno de los que ocupaba los primeros lugares en el mundo”, destacó el historiador Castro Ventura. De igual manera, el maestro Ventura puso de relieve la capacidad de combate con métodos no convencionales, los cuales dijo, se conjungaron para lograr que más adelante, los españoles tuvieran que abandonar el territorio dominicano. Recalcó que pese a la pericia de los combatientes españoles y al uso de armas mucho más sofisticadas que las utilizadas por el bando local, los dominicanos lograron, gracias a su espíritu guerrero y a su valentía, vencer a los extranjeros.
Veintiún días después del Grito de Capotillo, el 6 de septiembre, fue determinante para la causa restauradora, cuando el general Gaspar Polanco ordenó atacar la Fortaleza San Luis, donde descansaban las fuerzas interventoras. Polanco fue el máximo exponente de la guerra por lograr instaurar la Independencia de la nación.