Hoy día las sociedades viven un proce-so vertiginoso de cambios y modificacio-nes constantes que no se detiene y que an-tes de mirar atrás habrá que sacar espa-cio para reinventarse, pues el de hoy es un mundo en el cual se han roto paradigmas que se constituyen en portaestandartes de una sociedad perfilada por actores de las élites académicas, políticas y sociales.
Se han producido importantes avances tecnológicos y de modelos de desarrollo que han dejado rezagado ejes que se tra-zaban y formaban parte de una sociedad que oscilaba en un flujo lineal dogmático y prácticamente estático.
La UASD es una célula que palpita y por consiguiente, como va el resto del mundo, debe impulsar la búsqueda del conocimien-to a una velocidad y consistencia como los rayos del sol, la de una “bala” disparada y una nave espacial propulsada en el mundo sideral. Esa es la institución a la que aspi-ramos, pero no basta con sólo pensarla, si-no encaminarla por senderos de pertinen-cias, y para ello, es necesario romper obs-táculos, barreras y altos paneles mentales que frenan su desarrollo.
Ese cambio debe ser de visión, de fondo y transformador, que coloque a la Univer-sidad Primada en la primera, pero para si-tuarla en los más altos peldaños, no debe-mos ser sectarios, mediocres, ni enanos de mira; por el contrario, tenemos que modi-ficar nuestro pensamiento por uno más re-flexivo, crítico y actualizado, siempre abier-to a la renovación y reconfiguración del pensamiento, sabiendo y comprendiendo la sociología de la sociedad del Siglo XXI.
Pero no debemos quedarnos sólo en esa categoría, sino abordar prácticamente to-do ese saber que es un amasijo y un teso-ro invaluable e inagotable que se concen-tra en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, una Academia que ha ganado un prestigio de primera, a pesar de los “ene-migos” internos y externos que viven pa-rapetados intentando malograrla de ma-nera asidua.
Si todos hacemos una especie de “mea culpa”, y nos “postramos” ante el busto de la Madre Nutricia y, como dirían los cris-tianos, “nos diéremos tres potentes golpes en el pecho” y reflexionáramos, estimo que la institución estaría contenta este 2018, un año que debe servir para que todos y todas nos agarremos de las manos y sim-bólicamente hagamos la promesa de modificar de mentalidad para favorecer para bien la cuasi quinta centenaria Academia.
No obstante haber sido tan maltratada, tanto desde el Estado, desde algunos flan-cos del sector privado y desde su propio interior, inclusive, todavía nuestra casa de altos estudios está dando buenos frutos a la sociedad, graduando cada año a miles de dominicanos que van a engrosar las fi-las del progreso y el desarrollo de una Re-pública Dominicana que tiene mucho de ese enmarcado llamado UASD.
Parece que algunos de sus miembros han perdido la vocación, la estima y no com-prenden la filosofía del Movimiento Reno-vador, que fue el acontecimiento que le dio el contenido crítico social y progresista a la Academia. De ahí que una vasta franja no entiende el rol de la UASD como ente democrático, al servicio de la ciencia, la in-vestigación, la innovación y consecuente-mente al conocimiento; pues en la Repú-blica Dominicana se ha signado una élite política y económica conservadora.
Mientras, los denominados sectores abiertos, liberales y progresistas les siguen el juego desde su exterior, y peor aún, des-de su propio vientre y es en ese juego en que la valoran como una más. ¡Craso error! Y desconocimiento de su filosofía, misión, visión y de sus valores contemplados en su ley sustantiva, que es su Estatuto Orgánico.
En virtud de su calidad de institución estatal descentralizada y autónoma, los maestros y empleados deben saber que son servidores públicos que trabajan con un bien intangible llamado conocimiento, y que sus prácticas deben estar signadas por la excelencia, la calidad, la pertinencia y los mejores valores axiológicos.
También los estudiantes forman parte de la familia uasdiana, con deberes y de-rechos, y como tal, deben actuar con res-ponsabilidad. Desde el aula, los laborato-rios, el campus como tal y las oficinas, se requiere que se aplique una política cuyos ejes sean de inclusión e integración trans e inter disciplinarios.
La sociedad del conocimiento, como di-ría el post capitalista Peter Drake, es ins-tantánea, creativa, productiva, competiti-va y de muchas incertezas, lo que nos re-ta a descifrarla con un enfoque que colo-que al ser humano como pilar fundamen-tal en la generación y construcción de los cambios que amerita la llamada sociedad de consumo o de masa.
No debemos maltratarnos y mucho más en la época de la Nueva Tecnología de la Información, la cual les proporciona he-rramientas y poderíos a los emisores y re-ceptores que interactuamos en una Aca-demia que está compelida a dar el paso, a través, sobre todo, del rediseño curricular para horizontalizar los procesos de trans-misión de conocimientos significativos.
Todos debemos hacernos compromisa-rios en encaminar a la UASD por mejores senderos, sobre todo en un mundo online, de múltiples líneas, de medios convergen-tes, multipolar, de incertidumbres y plano; a esta institución hay que trascenderla con nuestras voluntades, iniciativas y acciones, como dirían los teóricos con nuestra pra-xis. Luchemos por y para su bienestar, no para su fracturación ni para su desverte-bración. Somos una comunidad inteligen-te, generadora de pensamientos y enfo-ques amplios y por consiguiente de cien-cias y tecnologías, por tal motivo se impo-ne el raciocinio y la cohesión.
Hoy por hoy la UASD es sin lugar a dudas, el singular espacio de mayor movilidad so-cial y el más importante escenario de com-bate a la pobreza del país. No por casuali-dad este enclave del conocimiento, que es la Universidad Primada de América, tiene concentrado en su seno a los más granados y a la “crema y nata” del saber y la pericia investigativa de la República Dominicana.