Claramente, en ésta ínsula del archipiélago caribeño viven poniendo parches a una realidad contaminante y descontrolada en lo referente al caos actual en el manejo de desechos sólidos, que diversas instituciones públicas y privadas intentan mitigar con criterios individualizados; sin embargo, en la misión de estas iniciativas medio ambientales deberían adicionar un punto urgente e importante, para que sean más funcionales en el cumplimiento de sus objetivos verdes, y es contar con la integración activa de los principales actores del consumo masivo.
Para muestra basta un ejemplo. Cada año los medios de comunicación impresos o la nombrada “Prensa Escrita Dominicana”, distribuye millones de ejemplares de periódicos y revistas a nivel nacional, equivalentes a varias toneladas de papel impreso con quintales de tinta; estos productos pasan a ser desechos del consumo masivo y la mayor parte de estos va, en enmarañados y pestilentes cargamentos sin dolientes, hacia penosos vertederos públicos o son abandonados en improvisados puntos de desperdicios, dispuestos por doquier. En el peor de los casos, estos sólidos obstruyen desagües y cañerías de las vías públicas, produciendo inundaciones en combinación con fuertes lluvias torrenciales. Es costumbre quejarse de ayuntamientos ineficientes o desbordados por falta de recursos, para hacer frente al inminente colapso del sistema de saneamiento ambiental, que hoy nos agobia en la capital y el resto del territorio nacional, salvo algunas excepciones. ¿Acaso estos distinguidos grupos corporativos de comunicación están obviando que pueden aportar recuperando gran parte de los desechos generados por el consumo masivo de sus productos? ¿Están tomando estas empresas todas las medidas necesarias para enfrentar el impacto que genera el consumo masivo de sus productos actualmente?
Para lograr esto, se requiere de la integración total de todos los actores del consumo masivo, además, es imprescindible redireccionar los esfuerzos actuales hacia propuestas más creativas y beneficiosas, que motiven y logren convencer a toda la sociedad, sobre la naturaleza de este proyecto.
Luego de observar y analizar el poco impacto de numerosas campañas de reciclaje, evidente en la condición de los desperdicios en calles y aceras, está bastante claro que los consumidores dominicanos no están dispuestos a asumir mayor responsabilidad que quienes producen y ponen estos bienes a disposición de la demanda.
Estos entes poseen los recursos económicos, plataformas tecnológicas, logística y capital humano capacitado necesarios para crear una planta de procesamiento junto a diversas asociaciones empresariales y de medios impresos, con el objetivo principal de procesar los desechos mencionados y reutilizarlos en ciclos optimizados de tiempo, fortaleciendo de esa manera el valor de sus marcas, incrementando la oferta y demanda de desechos impresos y sus derivados en el mercado local; además, con la oportunidad de exportarlos a los mercados orientales, interesados en adquirir estos subproductos; entre otros beneficios no menos atractivos para inversionistas emprendedores, fondos de inversión y la bolsa de valores.
Este plan puede ser emulado por industrias productoras de otros rubros, como son baterías alcalinas, baterías para vehículos e inversores, neumáticos, lubricantes para vehículos, embalajes y envases UHT, bebidas energizantes, polímeros y plásticos, repuestos eléctricos, electrodomésticos, aceites comestibles y productos domésticos, etc.
La supervivencia histórica de los pueblos de hoy se fundamenta en todo lo que han hecho y en lo que hacen por el mañana. Recomencemos por ahí.