En la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) crece cada día la percepción de que el presidente y candidato a repetir, Danilo Medina, es su enemigo y la quiere en el cementerio porque apuesta al sector privado. Del candidato presidencial opositor, Luis Abinader, peor. Piensan que si llegara algún día a Palacio, sería su principal verdugo para, con ello, fortalecer su universidad O&M.
Seguro que muchos opinantes se mofarán de la tendencia mostrada en ese universo de unos 200 mil estudiantes, 4,000 empleados administrativos y 3,000 profesores provenientes de familias de todo el país. Y azuzarán al mandatario para que, dado su buen posicionamiento de cara a las elecciones del próximo mayo, se haga el loco y, en cambio, impulse el cierre definitivo de la primera universidad de América (28-10-1538).
El coro mediático de respaldo a esta perversidad será gigante. Nadie lo dude. Porque discursear de manera alegre sobre la “inviabilidad” de esta academia, reditúa mucho y no conlleva riesgo económico ni de integridad personal. El carácter público, no empresarial, y la vieja indefensión interna y externa, han convertido a esta Alma Mater en la mejor carne para los carroñeros. Nada mejor entonces que montar discursos disparatados y ataques feroces sobre una institución desprotegida irresponsablemente por su propio dueño, el Estado. Y nada mejor que integrarse a un coro de áulicos que solo busca arrodillamiento ante los designios de los poderes formal y fáctico, a sabiendas de la macabra intencionalidad de los insaciables de siempre y los daños que provoca a la sociedad el ahogamiento económico de su salva-vida: la universidad estatal.
Sí, pero…
El presidente Medina repetirá en Palacio, con UASD o sin ella, salvo alguna eventualidad de gran impacto. Abinader, su más cercano contendor, candidato del Partido Revolucionario Moderno, tendría que esperar otro momento; por tanto, no representa hasta ahora un gran peligro. Con todo y calentura electoral, la balanza luce de un solo lado.
Pero esa no es razón suficiente –ni conveniente– para que el Gobierno se deje llevar del diablo, al impulsar la tradición de una academia en cuidados intensivos, solo proveyéndole recursos por gotero o conforme a caprichos de algún funcionario desafecto. Al final del camino, cuando el tema no dé para amarillismo periodístico, el Estado será el gran perjudicado, y pagará las consecuencias.
Al grano
Cierto que la UASD tiene que refundarse, como tienen que refundarse la escuela pública, los colegios, las universidades y demás empresas privadas, la mayoría de las instituciones estatales, las fundaciones, medios de comunicación, el periodismo, los políticos, la medicina, la ingeniería, la contabilidad, el derecho, los negocios informales, los opinantes, la familia. Como tiene que refundarse el país en vista de sus siglos de atraso.
La UASD es efecto, no causa. Ella es una muestra contundente de lo que somos como sociedad; reproduce muchos de nuestros vicios. Hipócrita quien, aprovechándose del uso de un medio de comunicación en libertinaje, presenta al árbol como bosque, sin el mínimo esfuerzo de indagación.
Resulta inexplicable que la famosa OISOE no haya construido la UASD Santo Domingo Este en el más grande municipio del país, donde no hay espacios decentes para los universitarios. Unos 30 mil estudiantes y 70 profesores sufren allí las consecuencias de un local alquilado que apenas permite moverse.
La verdad ha de ser dicha. Y duro, para que destape oídos o mueva a la investigación, a la reflexión distante de mezquindades. En justicia, a nadie se le puede pedir pan si no aparecen los insumos para producirlo. Pues, ¿qué se puede esperar de un hogar cuyos ingresos sean de 10 mil pesos por mes, mientras la canasta familiar supera los 30 mil? Caos. Caos. Caos, sufrimiento cada minuto. No más. Con esas condiciones no puede existir un estado de salud biopsicosocial.
Y eso pasa con la mega UASD. Con un presupuesto de 162 millones de dólares por año, como el consignado, ninguna institución académica del mundo sobreviviría. Si no, mire algunos datos:
El prestigioso diario español El País publicó el 11 de diciembre de 2006 una nota sobre las universidades millonarias, firmada por Sandro Pozzi, desde Nueva York. Y lea la entrada:
“El rito se repite cada otoño, cuando las universidades en EE UU hacen balance de sus dotaciones y fijan nuevos objetivos de recaudación. Los números son espectaculares e inducen a pensar que estos centros educativos operan como verdaderos bancos, por la forma en la que amasan dinero. La Universidad de Harvard cerró el último ejercicio fiscal en septiembre con 29,200 millones de dólares en sus arcas (22,000 millones de euros), 3,300 millones más que en 2005. La suma equivale a la riqueza de un país como la República Dominicana. Los fondos de Yale, Stanford, Texas Systems y Princeton le siguen en volumen y duplican las dotaciones de Oxford y Cambridge.”
Y chequee bien qué ha escrito Ricardo Galli, de Software:
“Hace un momento leí el artículo de The Economist sobre los recortes presupuestarios en las universidades públicas californianas: One state, two systems. As public universities struggle, some private ones thrive. Comentan que la Universidad de Stanford (privada, sin fines de lucro) consiguió donaciones de más de 5,000 millones de euros (estoy pasando de dólares a euros, aproximados) en cinco años. Eso da una media de 1,000 millones al año (aunque en la Wikipedia dan números algo más bajos). La matrícula anual de alumnos tiempo completo es de 30,000 euros ($35,000). Son 15,000 alumnos en total (en licenciaturas y posgrados), lo que suma unos 450 millones al año… Es decir, el presupuesto anual de esa universidad es de algo menos de 1,500 millones de euros”…
“Otra universidad de muchísimo prestigio (hay mucha rivalidad con Stanford) es Berkeley. Ésta es completamente pública, parte del sistema de la Universidad de California. Tiene 35,000 alumnos en total (licenciaturas y posgraduados), la matrícula para residentes es de 10,000€, la de no residentes de unos 22,000€ (aunque al segundo año ya son residentes, e incluso los indocumentados [sic] y extranjeros ilegales pueden pedir ayudas). El presupuesto anual de la Universidad de Berkeley es de unos 1,400 millones de €. Eso da 40,000€/alumno (la diferencia con Stanford es que han tenido que subir las matrículas y recortar el 10% del salario (42,000 € los más bajos, 150,000 € lo más altos) a los profesores”, puntualiza.
Y observe más:
“Por supuesto, también influye que ambas universidades tienen decenas de premios Nobel (por ejemplo). Pero no han salido de la nada, fueron muchas décadas de inversión (y espoleados por la carrera nuclear y espacial). Lo que hace que aunque logremos presupuestos equivalentes, tardaríamos décadas en poder competir cara a cara”.
Mucho hace
Seamos serios. Los 162 millones dólares –o dolores– solo le sirven a una mega-universidad como la nuestra, para mantenerse precariamente con un ventilador artificial.
Es imposible hacer educación con la inversión de dos o tres centavos por estudiante, con empleados (los que trabajan y están calificados) cobrando miseria y profesores sobrellevando una carga de 40 créditos (más de cuarenta horas por semana), salarios ridículos y con vagas perspectivas para el retiro.
El mal nacional del parasitismo laboral y demás vicios, no debería ser una excusa para tapar la realidad real de la institución estatal y, basados en mentirillas, apostar a su muerte. Si no, ¿por qué invertir cada año más de cien mil millones en la escuela pública, si tantos vicios ha habido allí y los resultados han sido tan pobres? ¿Por qué plantearse invertir más en la Policía si dicen que ésta no sirve? ¿por qué darle tantos millones a los partidos políticos para que nos sigan engañando, mientras negamos apoyo a la UASD y la salud pública?
El doble estándar nos mata. Nada más pernicioso.
El presidente Medina debe de dar señales claras frente a esta perversidad. Se sabe de las precariedades del Gobierno, pero cuando se quiere, se puede. Eso está demostrado en la patria de Duarte. En el caso en cuestión, una fuerza oculta lo frena todo. Y quién sabe si nació en la misma UASD. No sería raro. Cuando los perversos atacan, alguien superior y consciente, debe actuar entonces.
Porque resulta inexplicable que la famosa OISOE (Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado) no haya construido la UASD Santo Domingo Este en el más grande municipio del país, donde no hay espacios decentes para los universitarios. Unos 30 mil estudiantes y 70 profesores sufren allí las consecuencias de un local alquilado que apenas permite moverse. La demanda es mayor, pero la precariedad aterroriza, y se van a la sede, cuando no se quedan en sus casas, vencidos por la desesperanza y la pobreza.
El levantamiento de la ciudad Juan Bosch, la Nueva Barquita, el teleférico y otros proyectos brillantes de la actual gestión, quedarían incompletos sin la edificación de la ciudad universitaria. Lo sabe el alcalde Juan de los Santos, cercano colaborador del Presidente. Porque nadie como él ha impulsado el patrocinio del centro. Nadie como él, en los hechos, ha mostrado interés.
Recursos debe de haber, al menos para eso. Solo falta la orden del Presidente. Sería el comienzo de su reivindicación, para borrar la mala imagen gubernamental que se construye en la familia universitaria.
FUENTE: 7dias.com.do
En la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) crece cada día la percepción de que el presidente y candidato a repetir, Danilo Medina, es su enemigo y la quiere en el cementerio porque apuesta al sector privado. Del candidato presidencial opositor, Luis Abinader, peor. Piensan que si llegara algún día a Palacio, sería su principal verdugo para, con ello, fortalecer su universidad O&M.
Seguro que muchos opinantes se mofarán de la tendencia mostrada en ese universo de unos 200 mil estudiantes, 4,000 empleados administrativos y 3,000 profesores provenientes de familias de todo el país. Y azuzarán al mandatario para que, dado su buen posicionamiento de cara a las elecciones del próximo mayo, se haga el loco y, en cambio, impulse el cierre definitivo de la primera universidad de América (28-10-1538).
El coro mediático de respaldo a esta perversidad será gigante. Nadie lo dude. Porque discursear de manera alegre sobre la “inviabilidad” de esta academia, reditúa mucho y no conlleva riesgo económico ni de integridad personal. El carácter público, no empresarial, y la vieja indefensión interna y externa, han convertido a esta Alma Mater en la mejor carne para los carroñeros. Nada mejor entonces que montar discursos disparatados y ataques feroces sobre una institución desprotegida irresponsablemente por su propio dueño, el Estado. Y nada mejor que integrarse a un coro de áulicos que solo busca arrodillamiento ante los designios de los poderes formal y fáctico, a sabiendas de la macabra intencionalidad de los insaciables de siempre y los daños que provoca a la sociedad el ahogamiento económico de su salva-vida: la universidad estatal.
Sí, pero…
El presidente Medina repetirá en Palacio, con UASD o sin ella, salvo alguna eventualidad de gran impacto. Abinader, su más cercano contendor, candidato del Partido Revolucionario Moderno, tendría que esperar otro momento; por tanto, no representa hasta ahora un gran peligro. Con todo y calentura electoral, la balanza luce de un solo lado.
Pero esa no es razón suficiente –ni conveniente– para que el Gobierno se deje llevar del diablo, al impulsar la tradición de una academia en cuidados intensivos, solo proveyéndole recursos por gotero o conforme a caprichos de algún funcionario desafecto. Al final del camino, cuando el tema no dé para amarillismo periodístico, el Estado será el gran perjudicado, y pagará las consecuencias.
Al grano
Cierto que la UASD tiene que refundarse, como tienen que refundarse la escuela pública, los colegios, las universidades y demás empresas privadas, la mayoría de las instituciones estatales, las fundaciones, medios de comunicación, el periodismo, los políticos, la medicina, la ingeniería, la contabilidad, el derecho, los negocios informales, los opinantes, la familia. Como tiene que refundarse el país en vista de sus siglos de atraso.
La UASD es efecto, no causa. Ella es una muestra contundente de lo que somos como sociedad; reproduce muchos de nuestros vicios. Hipócrita quien, aprovechándose del uso de un medio de comunicación en libertinaje, presenta al árbol como bosque, sin el mínimo esfuerzo de indagación.
Resulta inexplicable que la famosa OISOE no haya construido la UASD Santo Domingo Este en el más grande municipio del país, donde no hay espacios decentes para los universitarios. Unos 30 mil estudiantes y 70 profesores sufren allí las consecuencias de un local alquilado que apenas permite moverse.
La verdad ha de ser dicha. Y duro, para que destape oídos o mueva a la investigación, a la reflexión distante de mezquindades. En justicia, a nadie se le puede pedir pan si no aparecen los insumos para producirlo. Pues, ¿qué se puede esperar de un hogar cuyos ingresos sean de 10 mil pesos por mes, mientras la canasta familiar supera los 30 mil? Caos. Caos. Caos, sufrimiento cada minuto. No más. Con esas condiciones no puede existir un estado de salud biopsicosocial.
Y eso pasa con la mega UASD. Con un presupuesto de 162 millones de dólares por año, como el consignado, ninguna institución académica del mundo sobreviviría. Si no, mire algunos datos:
El prestigioso diario español El País publicó el 11 de diciembre de 2006 una nota sobre las universidades millonarias, firmada por Sandro Pozzi, desde Nueva York. Y lea la entrada:
“El rito se repite cada otoño, cuando las universidades en EE UU hacen balance de sus dotaciones y fijan nuevos objetivos de recaudación. Los números son espectaculares e inducen a pensar que estos centros educativos operan como verdaderos bancos, por la forma en la que amasan dinero. La Universidad de Harvard cerró el último ejercicio fiscal en septiembre con 29,200 millones de dólares en sus arcas (22,000 millones de euros), 3,300 millones más que en 2005. La suma equivale a la riqueza de un país como la República Dominicana. Los fondos de Yale, Stanford, Texas Systems y Princeton le siguen en volumen y duplican las dotaciones de Oxford y Cambridge.”
Y chequee bien qué ha escrito Ricardo Galli, de Software:
“Hace un momento leí el artículo de The Economist sobre los recortes presupuestarios en las universidades públicas californianas: One state, two systems. As public universities struggle, some private ones thrive. Comentan que la Universidad de Stanford (privada, sin fines de lucro) consiguió donaciones de más de 5,000 millones de euros (estoy pasando de dólares a euros, aproximados) en cinco años. Eso da una media de 1,000 millones al año (aunque en la Wikipedia dan números algo más bajos). La matrícula anual de alumnos tiempo completo es de 30,000 euros ($35,000). Son 15,000 alumnos en total (en licenciaturas y posgrados), lo que suma unos 450 millones al año… Es decir, el presupuesto anual de esa universidad es de algo menos de 1,500 millones de euros”…
“Otra universidad de muchísimo prestigio (hay mucha rivalidad con Stanford) es Berkeley. Ésta es completamente pública, parte del sistema de la Universidad de California. Tiene 35,000 alumnos en total (licenciaturas y posgraduados), la matrícula para residentes es de 10,000€, la de no residentes de unos 22,000€ (aunque al segundo año ya son residentes, e incluso los indocumentados [sic] y extranjeros ilegales pueden pedir ayudas). El presupuesto anual de la Universidad de Berkeley es de unos 1,400 millones de €. Eso da 40,000€/alumno (la diferencia con Stanford es que han tenido que subir las matrículas y recortar el 10% del salario (42,000 € los más bajos, 150,000 € lo más altos) a los profesores”, puntualiza.
Y observe más:
“Por supuesto, también influye que ambas universidades tienen decenas de premios Nobel (por ejemplo). Pero no han salido de la nada, fueron muchas décadas de inversión (y espoleados por la carrera nuclear y espacial). Lo que hace que aunque logremos presupuestos equivalentes, tardaríamos décadas en poder competir cara a cara”.
Mucho hace
Seamos serios. Los 162 millones dólares –o dolores– solo le sirven a una mega-universidad como la nuestra, para mantenerse precariamente con un ventilador artificial.
Es imposible hacer educación con la inversión de dos o tres centavos por estudiante, con empleados (los que trabajan y están calificados) cobrando miseria y profesores sobrellevando una carga de 40 créditos (más de cuarenta horas por semana), salarios ridículos y con vagas perspectivas para el retiro.
El mal nacional del parasitismo laboral y demás vicios, no debería ser una excusa para tapar la realidad real de la institución estatal y, basados en mentirillas, apostar a su muerte. Si no, ¿por qué invertir cada año más de cien mil millones en la escuela pública, si tantos vicios ha habido allí y los resultados han sido tan pobres? ¿Por qué plantearse invertir más en la Policía si dicen que ésta no sirve? ¿por qué darle tantos millones a los partidos políticos para que nos sigan engañando, mientras negamos apoyo a la UASD y la salud pública?
El doble estándar nos mata. Nada más pernicioso.
El presidente Medina debe de dar señales claras frente a esta perversidad. Se sabe de las precariedades del Gobierno, pero cuando se quiere, se puede. Eso está demostrado en la patria de Duarte. En el caso en cuestión, una fuerza oculta lo frena todo. Y quién sabe si nació en la misma UASD. No sería raro. Cuando los perversos atacan, alguien superior y consciente, debe actuar entonces.
Porque resulta inexplicable que la famosa OISOE (Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado) no haya construido la UASD Santo Domingo Este en el más grande municipio del país, donde no hay espacios decentes para los universitarios. Unos 30 mil estudiantes y 70 profesores sufren allí las consecuencias de un local alquilado que apenas permite moverse. La demanda es mayor, pero la precariedad aterroriza, y se van a la sede, cuando no se quedan en sus casas, vencidos por la desesperanza y la pobreza.
El levantamiento de la ciudad Juan Bosch, la Nueva Barquita, el teleférico y otros proyectos brillantes de la actual gestión, quedarían incompletos sin la edificación de la ciudad universitaria. Lo sabe el alcalde Juan de los Santos, cercano colaborador del Presidente. Porque nadie como él ha impulsado el patrocinio del centro. Nadie como él, en los hechos, ha mostrado interés.
Recursos debe de haber, al menos para eso. Solo falta la orden del Presidente. Sería el comienzo de su reivindicación, para borrar la mala imagen gubernamental que se construye en la familia universitaria.