EDITORIAL


EN EL 476 ANIVERSARIO DE LA UASD

Martes, 25 Noviembre 2014 15:35 Visto 3038 veces

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Super User

PERIODISTA

Sitio Web: www.jaunpere.com

Al examinar las complejidades del proceso de expansión de Europa en América, delineado a finales del siglo XV por el viaje iniciático de Cristó­bal Colón, el poeta Neruda concluyó que los conquistadores, en su afán desmedido por riquezas: Se llevaron todo y nos dejaron todo, nos dejaron las palabras. Nada más cierto, pues en la musicalidad de nuestro idioma se perciben préstamos forzosos del habla nativa y, como afirmara René Depestre, del río muscular de Áfri­ca, también se aprecia este legado en las aulas conventuales de las di­ferentes órdenes religiosas que pi­saron suelo americano.

 

En este último escenario destaca la isla de Santo Domingo con la con­versión del instituto de los padres do­minicos en Universidad Pontificia, me­diante la Bula In Apostulatus culmi­ne aprobada por Su Santidad Paulo III, el 28 de octubre de 1538. Con es­ta iniciativa quedaba encendido en el continente un faro de luz y cono­cimientos que llamaría la atención de las mentes más preclaras de la época.

Al pasar revista a los casi cinco si­glos transcurridos desde entonces se nota que en la Primada de América se ha dado la alternancia entre mo­mentos de gloria y de penosas vici­situdes. De repente, por ejemplo, la condición de foco receptor de es­tudiantes de los territorios insula­res y continentales del imperio co­lonial español, y de proveedora de rectores para universidades como la de Caracas y La Habana, dio paso a interrupciones en sus operaciones, cambios de nombre, en la orienta­ción de su misión y visión.

La aparente reedición de lo ex­presado tiene su momento cumbre en el Movimiento Renovador, que a par­tir de la contienda de abril reorientó la vida universitaria hacia las metas que nos hacen grandes como nación, en­tre las que cuentan el compromiso de la defensa de los valores fundamenta­les del ser humano, la asunción cons­ciente de los rasgos de la dominica­nidad y la formación de recursos hu­manos calificados y con sentido de ciudadanía responsable.

Afortunadamente, estos aires de universidad comprometida siguen y seguirán vigentes para bien de la fa­milia uasdiana y provecho de la pa­tria. Así lo dictan nuestras fortalezas y la disposición del cuerpo de autori­dades responsables del desempeño de la Universidad. También lo mues­tra el atinado programa conmemora­tivo del 476 aniversario en proceso de ejecución. Se trata de una propuesta muy bien articulada y de gran inte­rés por la pertinencia y el peso aca­démico de las actividades incluidas. De este modo, no sólo hacemos del mes aniversario una fiesta de la me­ditación, de la información y del co­nocimiento. También es una manera de reiterar nuestra invitación a tra­bajar en conjunto por el engrandeci­miento de la UASD y la cristalización de nuestros anhelos y esperanzas.

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