La deserción escolar es un problema socio-educativo complicado que cambia de rostro constantemente y representa uno de los mayores problemas en la sociedad dominicana. Las tandas extendidas con su oferta alimentaria reducen, sin dudas, la deserción escolar a todos los niveles.
La mayoría de los alumnos afectados por este nocivo fenómeno proviene de los estratos más pobres, razón por lo que se impone una intervención poderosa a fin de revertirlo.
La estrechez familiar incide poderosamente en el abandono de los estudios porque muchos niños y niñas deben colaborar en sus hogares, ya sea cuidando a otros hermanos o bien, trabajando para traer dinero a casa o haciendo labores domésticas.
También contribuye a este abandono una insuficiente oferta escolar, un elevado acceso al ciclo básico, la falta de acción en la política escolar y orientadores sociales.
Otros aspectos del problema lo constituyen la carencia de una política de incentivo al estudio, el pésimo servicio de salud que afecta a todas las familias, los bajos salarios que impiden a los padres los ingresos que garanticen una vida de calidad, la inseguridad ciudadana y social que restringe la libertad de movimiento en muchas zonas y el difícil acceso a la escuela, la falta de transporte escolar, la deficiencia de aulas y de mobiliario escolar, entre otros elementos.
Debemos destacar, que todos los aspectos relacionados con la política educativa están en vías de solución, gracias a la aplicación del 4% logrado mediante un pacto social de gran importancia histórica.
Desde luego, hay que incluir como una de las variables del problema de la deserción escolar, los miles de hogares afectados duramente por las crisis maritales y de violencia de género.
En casos de familias en condiciones económicas holgadas que tienen asegurados los medios e implementos necesarios, existe con frecuencia un alto índice de distracción mental, puesto que a los niños podría ser más atractivo estar frente a una computadora o video-juego, que escuchar a su profesor en aula.
Entre los factores sicológicos, nos encontramos con niños mentalmente sanos pero que no logran procesar correctamente la información. Algunos de ellos son: problemas de dislexia, de conducta, de comunicación social, falta de concentración, hiperactividad, problemas visuales, de desarrollo cognitivo, desmotivación y falta de habilidades lingüísticas y emocionales, los cuales condenan al bajo rendimiento escolar.
De común se vincula la deserción escolar con la delincuencia. Los jóvenes que desertan del sistema escolar son una preocupación para toda la sociedad, porque terminan convirtiéndose en menores o jóvenes problemáticos sociales o peor aún, en infractores de la ley.
En los sistemas educacionales latinoamericanos también se presenta la escasa capacidad de retención de los niños y adolescentes en la escuela. Sería errado considerar que la tendencia a la universalización de la educación básica en los países de la región –que se manifiesta en elevadas tasas brutas y netas de matrícula primaria significa que la gran mayoría de los niños y niñas completan dicho ciclo y que los retrasos en materia educacional radican en su baja calidad y en falta de adecuación de los contenidos a los requerimientos que surgen del mundo del trabajo.
Si bien estos problemas son acuciantes y están presentes en toda el área, se suma otro más elemental que consiste en la poca capacidad de retención, sobre todo, durante el ciclo primario, transfiriéndose muchas veces a la fase secundaria.