INTERNACIONALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UNA ESTRATEGIA EN LA AGENDA DEL RELANZAMIENTO DE LA UNIVERSIDAD

Sábado, 07 Mayo 2016 02:02 Visto 4454 veces
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 Prof. Onavis Cabrera

Esta política de cooperación académica horizontal, toma como prioridad institucional, las políticas de desarrollo de las actividades universitarias a niveles locales y regionalesSu intención es complementar, armonizar y extender la dimensión local no dominante. Si esta certidumbre fundamental, no se respeta o no se cumple, hay muchas posibilidades de que la internacionalización se vea como una agenda hegemónica o de homogenización.

 

La internacionalización de la educación superior constitu­ye un aspecto estratégico en la redefinición del Modelo Educa­tivo de la Universidad Autóno­ma de Santo Domingo, puesto que este proceso fortalece la política de cooperación aca­démica horizontal que están asumiendo las mayorías de las universidades públicas de la región, como una propues­ta diferente al tipo de acuer­dos y convenios que está pro­moviendo la globalización lu­crativa de los países centrales.

Primeramente, conviene pre­cisar lo que se debe entender por internacionalización de la educación superior. Knight (2002), afirma que “la interna­cionalización de la Educación Superior es el proceso que de­sarrolla y/o ejecuta y mantiene políticas y programas que inte­gran la dimensión internacional, intercultural o global en los pro­pósitos y o en la forma en que se realiza la educación superior”.

En este sentido, Komlavi Fran­cisco Seddoh, director de la di­visión de la Educación Superior de la UNESCO, sostiene que “la internacionalización se ha con­vertido en una condición sine qua non para cumplir en el pa­pel y la misión que le corres­ponde a la educación superior, como parte inherente para al­canzar la calidad y la pertinen­cia de la enseñanza, la investi­gación y la gestión al servicio de la sociedad”. (Ramírez: 2014)

Este proceso está determi­nado en lo fundamental por el contexto de los acelerados cam­bios sociales, políticos, económi­cos y culturales; por los avances continuos científicos y tecnoló­gicos, las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs), los cuales les están im­poniendo a la alta casa de estu­dios, una permanente revisión y adecuación de sus actividades, en cierta medida, y una rede­finición de su misión y visión.

Según Knight (2006) “una de las estrategias que más se ha priorizado en esta concep­ción de cooperación es el for­talecimiento de los planes de mejora de la calidad de la en­señanza, del proceso educati­vo, la promoción del intercam­bio de experiencias, la investi­gación de pares, la movilidad estudiantil y profesoral, el me­joramiento del desarrollo ins­titucional y eficientizar la ges­tión de los servicios. La integra­ción para la cooperación edu­cativa, es clave para el proce­so que se enfoca tanto en ac­tividades académicas como factores organizacionales, que son medulares y sustentables en la dimensión internacional”.

Esta política de cooperación académica horizontal, toma co­mo prioridad institucional, las políticas de desarrollo de las actividades universitarias a ni­veles locales y regionales. Su intención es complementar, ar­monizar y extender la dimen­sión local no dominante. Si es­ta certidumbre fundamental, no se respeta o no se cumple, hay muchas posibilidades de que la internacionalización se vea co­mo una agenda hegemónica o de homogenización. O sea, que se vea como un instrumento de dominación cultural de los paí­ses centrales promotores de la globalización instrumental.

Para superar el temor de caer en esta posibilidad, se plantea “como punto de valoración las realidades socio-culturales, loca­les, la cultura regional, la inter­culturalidad que son fundamen­tales en la internacionalización de la educación superior des­de una perspectiva alternativa.”

Ello plantea que la UASD debe asumir la concepción y el modelo de internacionaliza­ción fundada en los postula­dos de la colaboración acadé­mica horizontal. En este senti­do, Arango (2016) plantea que para que la “internacionaliza­ción tenga bases firmes y sea eficiente en esta perspectiva, es necesario que sus promotores tengan claro qué significa y qué implicaciones tiene éste proceso.

Puesto que en educación su­perior en el presente siglo, la in­ternacionalización es un fenó­meno omnipresente en la ins­titución universitaria, que to­ca todos los aspectos de sus directrices institucionales”.

Desde la claridad de lo que implica la internacionalización de la educación superior en la sociedad a inicio de siglo XXI, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, debe aunar esfuerzos en su política institucional, hacia el mejoramiento de la práctica docente, la calidad de la ense­ñanza, el desarrollo institucional, las actividades de colaboración e integración, así como promo­ver la investigación en redes, “no desde la búsqueda de pro­ductos, de eficiencia y de fines prácticos del lucro, sino desde las condiciones reales del desa­rrollo general común, y desde el valor social de los conocimientos que se producen y distribuyen, y que se vinculan con las prio­ridades nacionales regionales y mundiales del desarrollo sus­tentable”, ( Didriksson.2003.2).

En palabras de Liliana Ra­mírez (2014), este proceso su­pone, entre otros aspectos: fortalecer la cooperación interu­niversitaria, es decir la coopera­ción para el desarrollo; organizar y compatibilizar los diseños cu­rriculares, difundir la oferta do­cente e investigadora en el ex­terior, definir las áreas geográ­ficas de interés para la univer­sidad, fomentar la movilidad in­ternacional en colaboración con los centros de administración y servicios, gestionar la movi­lidad internacional en colabo­ración con los Centros, Depar­tamentos de origen y destino y sistematizar la información en relación con las actividades de carácter internacional existen­tes, propiciando la disponibili­dad de información actualiza­da que permita responder efi­cazmente a las demandas de nuestra comunidad académica.

En el ámbito de estos planteamientos se está desta­cando el “papel que juegan las instituciones de educación supe­rior en la conformación de nue­vas expresiones de sociedad, de sujetos sociales, de ciudadanía, de gobernanza, de cultura aca­démica, de relaciones sociales, de economía, de globalización, de movimientos sociales, de cambios locales intensos y de formación de bloques subregio­nales diversos”…que ponen én­fasis en la cooperación académi­ca horizontal. (Didriksson.2016).

En el contexto de la interna­cionalización de la educación superior, “vale la pena mencio­nar la importante presencia de otras agencias de interés, en­tre las que destacan la asocia­ción Internacional de Univer­sidades y la Agencia Españo­la de Cooperación Internacio­nal. Esta última administra ac­tualmente recursos financieros del propio gobierno español.

También, el programa de las Naciones Unidas para el desa­rrollo (PNUD), la Unión Euro­pea (UE), el Sistema Econó­mico Latinoamericano y del Caribe (SELA) y la Conferen­cia de las Naciones Unidas pa­ra el Comercio y el desarrollo (UNCTAD), con fondos destina­dos a los programas macro de cooperación como: INTERCAM­PUS (movilidad de estudiantes y académicos), MEC-MER (Coo­peración científica), IBERCUE (Cooperación universidad-em­presa) y acciones específicas de apoyo interinstitucionales”.

La cooperación regional en la educación superior se ha intensificado notablemente.

Con éxitos, y muchos pro­gramas y proyectos en marcha, los temas de la movilidad de tí­tulos y grados, de programas conjuntos en diferentes ámbi­tos y niveles, del uso extensi­vo de nuevas tecnologías, de los programas de títulos com­partidos, del establecimiento de redes y de trabajo multila­terales, tienen ya gran actuali­dad y se han convertido en par­te de la agenda prioritaria del cambio en las instituciones de educación superior a nivel lo­cal, regional e internacional.

En el ámbito de la interna­cionalización de la educación superior, la UASD como insti­tución estatal, debe inscribir­se en este proceso el cual de­berá estar centrado en impul­sar un nuevo modelo alternati­vo de universidad, caracteriza­da por ser una institución pro­ductora y generadora de trans­ferencia del valor social de los conocimientos y de pertenen­cia de las tareas académicas; el cual se sostiene en la trans­formación de las estructuras en redes y en la cooperación horizontal que da prioridad a los proyectos interinstituciona­les, a la más amplia modalidad ocupacional del personal aca­démico y de los estudiantes, a la homologación de títulos; en la coparticipación de recur­sos y a una orientación educa­tiva en la perspectiva de for­mación de un profesional con sólida competencia, niveles de compromiso y conciencia social.

Modificado por última vez en Miércoles, 25 Mayo 2016 03:03

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