SIN SABER DE LETRAS
Ningún dominicano desconoce que existen regionalismos en el país. Estos no son más que formas de hablar particulares de un territorio determinado y el significado que se le da a ciertas palabras, depende de la zona geográfica de procedencia de la gente. Esas formas de hablar originan que las palabras tomen giros distintos y en algunos casos son pronunciadas de otra manera, siendo así que en las provincias del Sur se habla de una manera, en las del Cibao de otra, y en las del Este, de forma diferente a las anteriores.
En ese sentido, quiero compartir una experiencia con una palabra que tomó otro significado durante una visita que realizáramos a una tía de mi padre en San Francisco de Macorís, en los tiempos en que me había graduado de publicista, a finales de los años 90’s.
A tía le llevamos una foto-retrato mía que realicé en mis tiempos de estudiante y, mientras se la entregaba, le explicaba lo que representaba la imagen. En varias ocasiones salió a relucir la palabra idea.
Marino, primo de mi papá que era parte de la conversación, aparentemente se confundió con la explicación y, después de que intentáramos explicarle en varias oportunidades en qué consistía la foto, se le preguntó por la idea, para saber si había entendido.
¿La idea Marino? A lo que respondió sin dudar: —Un lugai donde viven peisonas…
Creo que en ninguna otra parte del mundo podría pasar algo así. No obstante, esa situación me ayudó a comprender la complejidad que nos caracteriza como seres humanos capaces de pensar y reaccionar según el entorno que nos rodea.