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Francisco J. Ramos

Sábado, 07 Mayo 2016 01:01 Visto 2784 veces

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Previo a proponer un amalgamiento desenraizado de los principios nacionalistas, se busca describir en breves párrafos la posición de Latinoamérica, República Dominicana y cada lector ante la indetenible tendencia de la globalización.

La forma de ver el mundo influye directamente en el estilo de vida y la actitud de las personas en su diario accionar. En el siglo VI a. C. competían dos concepcio­nes que buscaban explicar la forma de la tierra, los griegos establecían la esfericidad de la misma, mien­tras los astrónomos de Mesopo­tamia la concebían de forma pla­na, siendo esta última teoría for­talecida por las imposiciones dog­máticas de la iglesia medieval. Sin embargo, la avalancha de ideólo­gos y navegantes como Copérni­co, Galileo Galilei, Cristóbal Co­lón, Fernando de Magallanes, en­tre otros, demostraron a través de sus investigaciones y viajes la figu­ra redonda del planeta, destruyen­do mitos que retrasaban el desarro­llo de las ciencias, y como estable­ce el antropólogo Conrad Phillip, “abrieron paso a un gran intercam­bio de personas, recursos, enferme­dades e ideas que dejarían vincu­lados el Viejo y el Nuevo Mundo para siempre”.

La caída del socialismo y el ini­cio de la revolución tecnológica a finales del siglo XX, dio paso al proceso mundial de carácter so­cial, económico, político y cul­tural más significativo de la his­toria moderna, conocido como “la globalización”. Mientras se es­té expuesto a la influencia y con­tacto con las modernas tecnolo­gías de la información y comuni­cación, ningún gobierno u orga­nización tiene opción de quedar fuera de esta tendencia sistémica, con facultad de convertir a cual­quier individuo provinciano o local en lo que Sócrates llamó “ciudada­no del mundo” o ser cosmopolita.

En vez de proponer un amalga­miento desenraizado de los prin­cipios nacionalistas, los siguientes párrafos buscan describir y suge­rir la posición de Latinoamérica, República Dominicana y cada lec­tor ante la indetenible tendencia de la globalización, pues desinhi­birse del estado actual estableci­do en el mundo, significa persis­tir en una mentalidad isleña, pe­riférica y tercermundista que con­verge directamente con el parque jurásico de la extinción del mer­cado profesional.

Es preciso destacar la función de enlace intercultural que han jugado los medios de comunica­ción desde la época pretecnoló­gica hasta la llegada del correo in­ternacional, la televisión por ca­ble, las agencias internacionales de prensa y la radio, que, a pesar de no poseer las óptimas carac­terísticas que hoy día ofrecen las nuevas tecnologías como la eco­nomía, adaptabilidad, comodi­dad, entre otras facilidades, de­muestra cómo la interdependen­cia entre los países y culturas no es un asunto nuevo, sino que co­mo afirma Conrad Phillip, “las sociedades totalmente aisladas nunca han existido”.

Ante la indetenible ola del sis­tema mundial y el aumento mi­gratorio iniciado en todos los paí­ses de Iberoamérica desde las dé­cadas de 1980 y 1990, los gobier­nos y empresas han reaccionado realizando grandes fusiones, pac­tos internacionales y promovien­do el turismo. Todas estas activi­dades, mediadas por constantes acciones de carácter comunicati­vo, importan principios foráneos que afectan los procesos de desa­rrollo geopolítico de Latinoamé­rica, que a pesar de ser el princi­pal centro de inversión capital eu­rasiática, y según el Secretario de Estado norteamericano John Ke­rry, “patio trasero estadouniden­se”, ha logrado desarrollar políti­cas locales y antiimperialistas que solo permanecerán en el tiempo creando estructuras de afianza­miento y difusión cultural capa­ces de competir en el actual sis­tema social global.

Desde la segunda mitad del siglo XX, República Dominica­na ha tenido una amplia emigra­ción hacia Estados Unidos y Eu­ropa, cuya cifra actualmente ron­da los 2 millones de personas. A partir de 1970 han sido promul­gadas legislaciones de protección e incentivos industriales así como acuerdos de libre comercio y coo­peración con decenas de países que han coadyuvado al aumento de la inversión extranjera, inter­cambio económico e incremento del turismo, el cual se ha conver­tido en una de las principales ac­tividades económicas, que junto al desarrollo de los aspectos tec­no-comunicativos, impulsa a ca­da empresa o individuo a la van­guardización internacionalista.

El teórico canadiense de la co­municación, Marshall Mcluhan, quien 30 años antes de la comer­cialización del internet vaticinó el actual desmoronamiento fron­terizo describiendo el mundo co­mo una “Aldea Global”, no signi­ficando esto la fundición cultu­ral de todos los países, como es­tablecen algunos postulados, si­no más bien estableciendo la ex­posición extraordinaria de los in­dividuos a la diversidad geográfi­ca y transoceánica, gracias al de­sarrollo de los medios de masas.

Todas estas razones exigen la formación de profesionales con visión extrafronteriza en todos los campos del saber, individuos capaces de dar el frente a las im­posiciones ideológico-científicas, de hacer frente a las nuevas tec­nologías de la comunicación y a las fuerzas políticas de la globa­lización para el emprendimien­to de estrategias que proporcio­nen igualdad de posibilidad a los individuos de forma que puedan establecer su posición y pensa­miento en la aldea global que es el mundo de hoy. Estos conoci­mientos redundarán en una pro­vechosa proyección de la identi­dad nacional con fines de intro­ducir a Latinoamérica en la com­petencia internacional.

Modificado por última vez en Sábado, 07 Mayo 2016 01:22